Eran las diez menos cinco de la noche. Es la hora habitual en la que voy hay supermermercado chino, porque como todo en la vida, siempre espero para lo último. La verdad es que no se bien que quería comprar, pero sentía que algo tenía que comer. Así que ahí andaba paseando entre las góndolas de los fideos y las galletitas. En eso, miro para la caja, y veo un tipo que está al lado de la china que cobra diciéndole a la gente que se vaya para el fondo. Obvio, nos estaba asaltando. Me quedé parado donde estaba, y me puse a mirar fijamente los fideos Matarazzo, pero sin mirarlos. De pronto note que la gente iba yendo para el fondo, y caminé unos pasos junto con ellos, pero me quedé en la zona de las heladeras, y entonces, ahora me quedé mirando los postrecitos Ser, y pensando si será cierto que los chinos apagan las heladeras a la hora de la siesta. No sé cómo, pero una chica quedó al lado mío. Y tampoco se cómo, ni porqué, pero le miré las tetas y me parecieron grandes para su edad. Ten...
Aportes psicológicos para la práctica del Derecho